El menosprecio de las familias me atemorizó, y callé, y no salí de mi puerta; ¡quién me diera quien me oyese!
Job 31:34-35.
Invoqué tu nombre, oh Señor… Oíste mi voz… Te acercaste el día que te invoqué; dijiste: No temas.
Lamentaciones de Jeremías 3:55-57.
Comunicarse, dicho de otro modo, ponerse en contacto con alguien, intercambiar informaciones, compartir impresiones, cosas íntimas, etc. es una necesidad vital para cada ser humano. La ausencia de comunicación con los allegados produce un sentimiento de extrema soledad, un silencio interior insoportable. Según un reciente estudio, el silencio sería la causa principal del suicidio.
Si usted está encerrado en este silencio, si no tiene a nadie con quien hablar, ¿sabe que existe una persona que siempre tiene tiempo para escucharle o para comunicarse con usted? No es necesario pedir cita, ni desplazarse de un lugar a otro, ni pagar tal o cual derecho. A cualquier hora del día o de la noche usted puede hablarle de su tristeza, exponer su situación, por más complicada que sea, sin esconder nada. Esta Persona le acepta tal como es, le comprende y tiene el poder para ayudarle. Es el Dios Todopoderoso, quien le ama sin condición, le ve y le oye siempre.
Dondequiera que usted esté, Él quiere transformar su vida dándole paz y seguridad. Háblele sencillamente. Él también le hablará de varias maneras, en particular por medio de la Biblia, las Sagradas Escrituras. Usted quedará maravillado por ese diálogo.
...Venid a mi los que esten cansados y cargados que yo los hare descansar.
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